Por Tomás Emilio Sánchez Valdés
Ya escucho los pasos alejándose,
de tu cuerpo inmóvil frente a mí.
Los cristales de los que estoy hecho,
que del cielo vuelven a caer,
liberan ese incesante destello,
penetrante me quiere enceguecer.
Tus ojos que manché con mi tierra,
y los míos que dan ahora tributo a las nubes
No sé si pedirte una ironía de tu boca,
un intercambio ya sin sentido de saliva,
un recuerdo que presumirme a la deriva,
de este río exiguo e inamovible que es mi vida.
Muy buen poema. Me gustó mucho
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